un proyecto de cambio

Vamos hacia el cambio.

 
 
 
Marcos obsoletos tienen como resultados profesionales que nacen viejos. 
— Darío Ángeles

VISTO Y CONSIDERANDO:

Situado a mis espaldas, visible en cada conferencia o reunión virtual que atiendo en la oficina, se encuentra un cuadro de Darth Vader. Hubo un momento en el que temía que la gente no me tomara en serio como abogado por atender así; hoy, si preguntan qué hace el cuadro ahí, les explico que Star Wars (al menos de los episodios I a VI), es la perfecta analogía de la caída de la República y el inicio del Imperio Romano y que no entiendo cómo, siendo abogados, no hay más gente que atienda cuestiones de derecho, haciendo gala de su conocimiento de Star Wars

Bueno, sí, estoy exagerando, pero a veces es lo único que queda para explicar cuestiones tan complicadas como las formas de gobierno. En otras ocasiones, si necesito explicar algo de sanciones administrativas, prefiero ejemplificar con Harry Potter y la expulsión de un niño de la escuela por violar un reglamento. Lo mínimo que podemos hacer cuando nos presumimos expertos en algo, es poder dar ejemplos comprensibles para todas las personas.

 

¿Qué rol juegan los padres en las decisiones que toma uno? Me parece claro que, para bien o para mal, influyen gravemente en nuestros caminos. Yo vi a mi padre ejercer una profesión, a veces antiquísima y, ocasionalmente, innovadora. En cualquier caso, nunca me dejaron de intrigar las historias que contaba mi padre sobre su ejercicio profesional; así, se puede decir que provengo de una familia de abogados, porque básicamente es lo que conocía. 

Ahora bien, no sé si en algún momento fue mi sueño volverme abogado y eso quizás tiene un impacto inmediato en cómo me vinculo a la profesión. Los que me conocen entienden a lo que me refiero. Quizás hubiese sido buen ingeniero: los procesos y los sistemas siempre se me facilitaron bastante. Pero, ¿acaso el derecho no necesita de una ingeniería institucional y formal para funcionar? En cualquier caso, llegué a estudiar derecho más por un “a ver qué pasa” que por un “este es mi sueño”. 

Luego de practicar en distintas ramas del derecho, llegué al derecho administrativo por pura casualidad: un amigo me invitó a trabajar en el despacho en el que él estaba, no obstante, le dije que no tenía idea qué significa practicar derecho administrativo. Sin embargo, llegué en el momento justo al lugar indicado: en aquel entonces, ese despacho, tenía de los asuntos más emblemáticos de la ciudad, en la materia. Y... me sentí emocionado. Eran casos "complicados". Todos distintos entre ellos, con planteamientos bien diferentes y estrategias de defensa también diversas.

Y aquí fue donde me enamoré del área. Una materia que me permitía estar aprendiendo cosas nuevas todo el tiempo, tratando de hacer coherencia entre el conocimiento general y sus particularidades. En definitiva, un espacio de rompecabezas jurídicos.

Luego vino Buenos Aires donde realicé mi maestría y largos años de practicar esta rama del derecho. A medio camino entre estas etapas, comencé a dar clases. Primero como asistente y luego como titular.

Así que, entre el ejercicio profesional y la parte académica, lo común a lo largo de todo este tiempo, fue que nunca cesó una incomodidad con lo que se suponen las bases teóricas y las formas en que se forman a las y los profesionales en nuestro país. 

Marcos obsoletos tienen como resultados profesionales que nacen viejos. 

De ahí se profundizó mi interés en la enseñanza del derecho. Y saben qué… me pareció de lo más fascinante poder discutir ya no con el estado, con los clientes o los jueces. 

En las aulas pasan cosas fascinantes ya que muchas veces se combina el entusiasmo juvenil con las ganas de aprender. Es la inocencia sana que nos permite dudar, re preguntar y cuestionar algunas cosas. 

La etapa actual de mi recorrido profesional incorpora todo esto y lo cruza con nuevos interrogantes. A partir de 2017, empecé a usar mis redes para compartir mis ideas y opiniones sobre el derecho administrativo y poco a poco lo que me encontré es que había gente con las mismas frustraciones y problemas con la materia, su práctica y sus teorías. 

La pandemia nos obligó a reunirnos virtualmente y eso logró ser un motor de lo más fascinante. De alguna manera, el surgimiento de la Comunidad DA·MX es culpa de la pandemia: cómo podemos seguir formándonos y cómo podemos seguir reuniéndonos, sin saco y corbata, a conversar sobre nuestros intereses. 

La Comunidad se convierte así en un espacio de dictado de cursos profesionales, y los miércoles comenzamos a juntarnos colegas de todas partes del país en las Caguamas Jurídicas a conversar y a escuchar a colegas, especialistas y figuras relevantes de nuestra disciplina. 

Eso soy, eso hago. Ahora se viene un nuevo reto: el Instituto de Derecho Administrativo de México es una gran apuesta por seguir ayudando a formar a los nuevos profesionales que, estoy seguro, serán quienes modelarán el nuevo derecho administrativo.